Bienes culturales

El 4 de diciembre de 1999 la UNESCO declaró Patrimonio Mundial a Eivissa, lo que supuso el reconocimiento universal de algunos de los valores naturales e históricos que durante siglos han caracterizado a la ciudad.

Autenticidad, perfección técnica, excepcionalidad y excelente estado de conservación son los valores reconocidos por la UNESCO en los bienes patrimoniales de Eivissa, unos elementos que este organismo ha ensalzado con el objeto de garantizar su conservación.

La única Ciudad Patrimonio Mundial de España bañada por el mar, punto de encuentro de navegantes y comerciantes durante muchos siglos, donde la diversidad de culturas ha aportado una gran riqueza.

Dalt Vila

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Baluard de Sant Joan y Carrer del Portal Nou, en Dalt Vila

La ciudad antigua se desarrolló a partir del primer asentamiento fenicio en el Puig de Vila. Según los textos clásicos, Aiboshim, la ciudad de Bes, fue fundada en el año 654 a.C. Durante toda la época púnica fue un centro comercial de gran vitalidad que exportaba productos manufacturados a numerosos puntos del Mediterráneo. Gozaba de autonomía política y comercial, que se llegó a intensificar como ciudad confederada de Roma.

En el siglo X, Madina Yabisah formaba parte de los territorios de Al-Ándalus. La etapa de dominación árabe dejó profundas huellas en la ciudad y en toda la isla.

El 8 de agosto de 1235 las tropas catalanas de Jaume I conquistaron la isla implantando el cristianismo, la cultura occidental y se instauró un sistema feudal. En 1299, Jaume II, rey de la Corona de Aragón, creó la Universitat, un sistema de autogobierno que se mantuvo hasta el 1717.

En época medieval surgieron nuevos edificios, tanto de carácter civil como religioso. El siglo XV fue una época de bonanza, que se plasmó con la aparición de nuevas casas y otras construcciones con elementos decorativos renacentistas. Los ataques del siglo XVI a la ciudad y a la isla de la armada turca, pusieron en evidencia la debilidad de las viejas murallas medievales, por lo que finalmente fueron substituidas por el recinto abaluartado renacentista que todavía se conserva.

El conjunto de Dalt Vila declarado Patrimonio Mundial nos ofrece actualmente una gran cantidad de opciones al pasear entre sus calles históricas. Los elementos explicativos nos permiten entender qué era Dalt Vila en la Antigüedad.

Las murallas renacentistas

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Garita del Baluard de Sant Joan, con el barrio de la Marina al fondo

En la ciudad siempre ha habido murallas, en época clásica y en textos medievales se describen como fuertes y poderosas, pero a partir del siglo XV ya no son útiles para la defensa ante la modernización de las armas de guerra y en 1555 se empieza una renovación y fortificación impulsada por Carlos I y Felipe II.

El proyecto fue diseñado por el ingeniero Giovani Battista Calvi. En una primera fase se construyeron seis baluartes siguiendo el perímetro de la fortificación medieval existente. Calvi abandonó la isla y en 1575 el ingeniero de la Corona Jacobo Paleazzo Fratin se hizo cargo de las obras. Modificó el proyecto original ya que se había desarrollado un barrio extramuros en el Puig de Santa Llúcia y consideró oportuno protegerlo. Por eso reorientó el Baluard de Sant Joan y construyó uno nuevo, el de Santa Llúcia, abriendo, en la cortina que unía estos dos baluartes, la puerta principal de la fortaleza: Porta del Mar o de ses Taules.

Esta puerta principal monumental está flanqueada por dos estatuas romanas y, sobre el arco de entrada, aparece una gran lápida conmemorativa con las armas de Felipe II, el escudo de la ciudad y una inscripción en la que figura la fecha de 1585, año que no corresponde con la finalización del recinto, ya que durante la última década del siglo XVI continuaron las obras, este vez dirigidas por el ingeniero Antonio Saura.

La necrópolis púnica del Puig des Molins

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Uno de los hipogeos que se pueden visitar en la necrópolis de Puig des Molins

Es la necrópolis más extensa y mejor conservada de todo el mundo. Situada en el Puig des Molins, fue el cementerio de la ciudad de Eivissa durante toda la antigüedad.

Se ubica a unos quinientos metros a poniente del Puig de Vila, en el mismo lugar en el que está emplazada la ciudad desde su fundación por fenicios a finales del siglo VII a.C. Como es habitual, en las ciudades fenicias el espacio de los vivos y el de los muertos estaban próximos, aunque separados por un accidente geográfico. Su nombre deriva de los molinos de viento que dominaron su cima desde al menos el siglo XV, actualmente en desuso, y de los que hoy sólo quedan algunos de ellos. En uno de estos molinos vivió durante unos días la pareja de escritores formada por Rafael Alberti y María Teresa León durante su estancia en la isla, en julio de 1936, justo cuando estalló la Guerra Civil.

El cementerio inicial, establecido a fines del siglo VII a.C. por los fenicios, ocupaba una zona concreta en la parte baja de la ladera y experimentó un enorme crecimiento debido al desarrollo de la ciudad en épocas púnica y romana.

Posteriormente los terrenos fueron utilizados para uso agrícola, la ladera fue dividida en bancales donde se plantaron olivos, almendros, algarrobos e higueras, juntamente con los molinos de viento.

Actualmente, la ladera forma parte del Museu Arqueològic d’Eivissa i Formentera. El monte está cubierto por una capa espesa de vegetación arbustiva y se calcula que sólo contando las tumbas de época púnica, los hipogeos, hay unas 3 mil. El museo posee muchas obras que se pueden admirar, aunque destaca por encima de todas ellas la terracota de tradición griega helenística que representa el busto femenino de la diosa Tanit, auténtico icono de la isla.