Una plaza con mucho ambiente en el antiguo amarradero de la ciudad
Uno de los rincones de la ciudad que más ambiente congrega a lo largo de todo el año es la Plaça del Parc, al pie del lienzo de muralla que enlaza los baluartes de Sant Joan y Sant Pere. Está repleto de concurridas terrazas de bares y restaurantes y también hay algunos comercios. Antiguamente era el amarradero, donde dejaban sus carros y animales de tiro los campesinos que bajaban de los pueblos. En 1946, el espacio se reconvirtió en una plaza, aunque sufrió numerosas reformas y un largo proceso de degradación.
A finales del siglo XX fue remodelada y se le dotó de la estructura que luce hoy en día. A modo de homenaje a los ciudadanos, incluye un paseo de la fama, con placas de hormigón donde aparecen impresas las manos y los nombres de algunos ilustres vecinos. En verano, por las noches, alberga un pequeño mercado de artesanías.